Agua para la naturaleza, agua para todos

© Thor Morales /WWF México

Una idea sencilla e increíble

Una mariposa monarca que viaja más de 4,000 kilómetros desde Canadá a México abreva en los ríos que halla a su paso, lo mismo hace un jaguar que se mueve entre los bosques, un árbol que estira sus raíces para tocar un afluente o un migrante que camina de sur a norte. Todos necesitamos del agua, pero sobre todo la naturaleza.

Los expertos llegaron a una conclusión que por sencilla resultó increíble: en México hay suficiente agua pero su gestión no es racional. Se consume toda y toda se destina a las actividades humanas, no se deja ni una gota a la naturaleza. Si el medio ambiente tiene agua, generará más agua, permitirá la vida de ríos, bosques, animales y vegetales y, en un círculo virtuoso, brindará ese recurso a las ciudades, ahora y en el futuro.

Fue así como surgió la idea de establecer “reservas de agua”, figura legal que existe desde 1989 en las leyes nacionales pero cuya aplicación había quedado como una utopía.

 

© Thor Morales / WWF México
© Thor Morales / WWF México

¿Qué es una reserva de agua?

Una “reserva de agua” significa dejar una determinada cantidad de agua en los ríos, que corra libremente para que la naturaleza pueda hacer su trabajo. Esta reserva respeta los derechos de todos los que han estado utilizando el agua, protege a los ríos de la sobreexplotación y la contaminación, garantiza agua de calidad para la biodiversidad y por lo tanto para las comunidades humanas y sus actividades. Significa almacenar el líquido, pero no en presas, sino en la naturaleza, en  los ríos, en los humedales, en los suelos y en nuestros acuíferos.

WWF, junto con la Fundación Gonzalo Río Arronte, decidieron entonces trabajar con la sociedad, la academia y las autoridades, la Comisión Nacional del Agua principalmente, para definir cuánta agua debería quedarse en los ríos y la naturaleza, dando comienzo a un proceso para decretar reservas de agua en el país.

 

© Thor Morales /WWF México
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© Octavio Aburto / WWF

Beneficios para 45 millones de personas

La primera reserva se publicó en 2014 en el río San Pedro Mezquital. Cuatro años después, este 5 de junio, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, las autoridades federales anunciaron los decretos de cerca de 300 cuencas con reserva de agua; entre ellas la del río Usumacinta, en el sur del país, donde se protegerá el 90 por ciento del líquido, dada su importancia natural, y el resto se seguirá utilizando en actividades humanas.   

Estas cerca de 300 cuencas beneficiarán a unos  45 millones de mexicanos, al asegurar la calidad de sus fuentes de abastecimiento, además de otros beneficios que ofrecen los ríos sanos, como la transportación de nutrientes que garantizan la actividad pesquera, la disolución de contaminantes o el amortiguamiento de los efectos de eventos naturales extremos (tormentas o sequías). 

 

© Octavio Aburto / WWF

El ejemplo de San Pedro Mezquital

En el río San Pedro Mezquital, que va de la sierra a la costa en los estados de Durango  Zacatecas y Nayarit, la reserva de agua garantiza que las crecidas del río conserven las lagunas costeras y manglares de Marismas Nacionales, en donde cerca de 12 mil familias viven de la agricultura de temporal, la pesca y el turismo; estas actividades representan una derrama económica de 1,250 millones de pesos anuales además de la conservación de ahuehuetes milenarios, manglares, peces, jaguares, aves migratorias e inclusive tiburones y ballenas jorobadas.

Ese es un ejemplo del valor de una reserva, un modelo preventivo que busca evitar la sobreexplotación del agua y la escasez de este recurso, con múltiples beneficios que pueden replicarse en otros países del mundo. América Latina y África ya han vuelto la mirada hacia México para conocerlo y aplicarlo.

 

© Jaime Rojo / WWF
© Jaime Rojo / WWF

Un río saludable genera riqueza

Las crecidas del río San Pedro Mezquital (Durango, Zacatecas, Nayarit), en la costa del Pacifico mexicano, generan una derrama económica de 1,250 millones de pesos anuales y son el sustento de 12,000 familias dedicadas a la pesca, la agricultura y el turismo.

El San Pedro Mezquital es uno de los pocos ríos que corre libre por la Sierra Madre Occidental hacia las costas de Nayarit, un trayecto de 540 kilómetros de belleza natural, vida salvaje, escenarios vírgenes que congregan a su paso un vasto complejo animal y vegetal, un reino que parece ser de otro mundo.

Desde tiempos ancestrales, los habitantes de la cuenca lo han venerado como la frontera entre lo terrenal y lo sagrado. En él encuentran un lugar al que van a descansar, a bañarse o a meditar.

El río es también el motor económico de la región: en la cuenca alta favorece el crecimiento de los bosques, la agricultura y la presencia de praderas y ganado.

© Octavio Aburto / WWF
© Thor Morales /WWF México

Y en la cuenca baja, cuando llega al océano, forma la zona conocida como Marismas Nacionales, un sistema de humedales de más de 300 mil hectáreas, en el que se desarrollan actividades como la pesca y el cultivo de ostión. Asimismo, es cobijo de casi 500 vertebrados, muchos de ellos aves, jaguares, ocelotes, pecaríes y cocodrilos de río, además de que el aporte que dan sus aguas al océano Pacífico atrae a las ballenas jorobadas.

Este escenario, que reúne la aridez de la montaña con la vegetación tropical de los valles, alberga bosques de abeto, pino y encino que recargan los acuíferos que impulsan el brío del San Pedro Mezquital que es, desde 2014, una reserva de agua.  

 

 

Trabajo comunitario, vital para cuidar el agua

".. el río está en todas partes al mismo tiempo, en la fuente y en la boca, en la cascada, en el ferry, en la corriente, en el océano y en las montañas, en todas partes.."

Siddharta, Hermann Hesse

© Hilda Escobedo / WWF