Las claves para un mundo justo y limpio.
En la década de los setenta la Universidad de Delft, en los Países Bajos, desarrolló el enfoque energético que hoy conocemos como la estrategia de la “Trías Energética”, y consiste en tres pasos.
Actualmente tenemos la capacidad de suprimir el tercer paso y llegar a un modelo limpio y renovable, simplemente aplicando los dos primeros, con la generación de empleo de alta calidad y una descentralización de la producción energética y, por lo tanto, con una mayor democratización del abastecimiento de energía.
Por ello, debemos actuar con prioridad en las ciudades, ya que consumen el 75% de la energía mundial y tienen mucho potencial para reducir la demanda (primer paso) y cubrir la necesidad restante con energías renovables producidas in situ (segundo paso). La ciudadanía debe ser partícipe en todo el proceso de la producción y el consumo.
Para esta estrategia hay dos sectores clave que, además del impacto climático, pueden mejorar significativamente la calidad de vida de la población:
Consumen mundialmente el 20% de la energía final total, con una tasa de aumento interanual de 1,5%. Existen muchas razones que contribuyen a este hecho y algunas de estas son climáticas. Sin embargo, los edificios tienen un potencial enorme para reducir la demanda y ser parte de la solución. Las propuestas no son las mismas para todas las regiones, ya que, por ejemplo, en Europa y América del Norte la prioridad es la rehabilitación energética de los edificios, muchos de ellos construidos hace más de 70-100 años. En cambio, en África, Asia y América Latina, la prioridad es la construcción y el acceso a viviendas dignas.
Las dos opciones tienen un enorme potencial energético, climático y social. Por un lado, la rehabilitación energética tiene la capacidad de reducir la demanda de un edificio más de un 70%, alargar su vida útil y contribuir a su adaptación a climas más extremos, mejorando la calidad de vida de los vecinos y paliando problemas como la pobreza energética. En tanto, en las construcciones nuevas y dignas se podría utilizar un enfoque holístico que impacte el gasto energético durante la vida útil del edificio (inmuebles con consumo nulo) y el uso de energía y materiales durante el proceso aguas arriba, para colocar al edificio como la unidad funcional dentro de la ciudad.
Si se llevan a cabo las medidas necesarias, pasivas (diseño bioclimático, aislamiento, carpinterías eficientes) y activas (calderas, iluminación, electrodomésticos de alta eficiencia energética) para reducir el consumo energético en el sector edificios, será más fácil cubrir la demanda restante con energías renovables a nivel inmueble o barrio, cerrando así el círculo e incluso produciendo un balance positivo de energía que se pueda utilizar en otras aplicaciones.
Consume el 25% de la energía mundial. Las ciudades generan una gran parte de la movilidad diaria de personas y mercancías y por tanto presentan también un importante potencial de reducción de la demanda. El primer paso es el cambio modal desde el vehículo privado y hacia transportes con menor intensidad energética (o nula), como el público (tren, metro, autobús, tranvía), la bicicleta, el desplazamiento a pie y los esquemas de car sharing. Esta medida tiene un doble objetivo: reducir el consumo energético del transporte y el número de vehículos privados, con lo que se disminuyen las congestiones vehiculares, la contaminación paisajística y la necesidad de nuevas infraestructuras viales de gran capacidad. Para conseguir este cambio modal, las ciudades tienen que realizar una transformación estructural que priorice lo colectivo, en términos de transporte, cambiando el diseño urbano hacia una mayor compacidad y mezcla de usos, frente un sistema disperso que ha dominado a las ciudades del siglo XX.
Asimismo, el cambio hacia tecnologías más eficientes y con menor intensidad energética, como es la eléctrica que consigue una eficiencia energética tres veces mayor que el vehículo de combustión interna, es un paso con dos efectos: logra una mayor eficiencia energética y da la posibilidad de cubrir la demanda restante con energías renovables si hay un giro simultáneo del mix energético hacia un modelo 100% renovable. Finalmente, los vehículos eléctricos pueden jugar el papel de gestor de la demanda del sistema a través de modelos Vehicle to Grid (V2G), donde también actúan como almacenes provisionales de energía.
En WWF consideramos que donde hay un reto, seguramente hay una solución y, creemos, que la vía es una transición energética socialmente justa, enfrentando la urgencia climática.
Georgios Tragopoulos
Oficial Senior de Eficiencia Energética
WWF España