Lo sentimos, río Paraguay

Posted on octubre, 06 2017

La situación de los ríos brasileños no merece exaltación, sino más bien una disculpa.
Fechas conmemorativas, como el Día Mundial de los Ríos, generalmente son motivo de alegría, de enaltecimiento. Sin embargo, últimamente no tenemos mucho que celebrar. En nombre del desarrollo actuamos de manera irresponsable y, lamentablemente, la situación de los ríos brasileños no merece exaltación, sino más bien una disculpa. 

Debemos a nuestras aguas disculpas por lo que hemos hecho hasta ahora: captación mal planificada para riego y abastecimiento, ríos contaminados por desechos industriales y por la falta de saneamiento básico. Sin hablar de la deforestación de las matas ciliares y del descuido con medidas de protección, como la preservación de la vegetación en el entorno de manantiales y cursos de agua. La construcción irresponsable de represas, hidroeléctricas e hidrovías es cada vez más frecuente. Todas ellas impiden el ciclo natural de nutrientes en los ríos, la procreación y migración de peces y otras especies, alteran el volumen, la calidad y las oscilaciones naturales del agua y generan diversos impactos negativos en las comunidades ribereñas, como por ejemplo las reubicaciones y desalojos, los cambios de hábitos seglares de alimentación y de caza y pesca. 

Lo que hemos hecho a nuestros ríos, en nombre del desarrollo, cuestiona nuestra propia capacidad de supervivencia, ya que dependemos totalmente de ellos. El 66% de la energía consumida en el país es generada por la fuerza de los ríos y el 70% del agua consumida en el país va a la producción agrícola.

En Brasil quedan pocos ríos libres, aquellos que preservan su capacidad de fluir sin grandes impedimentos causados ​​por el hombre, preservando sus características de calidad y cantidad de agua y proporcionando servicios ambientales. Uno de los grandes ríos brasileños, el Río Paraguay, si pudiera ser personificado, afirmaría en el día de hoy a pleno pulmón que envejecer es un privilegio, pero que esa carrera, que ya dura millones de años, parece haberse convertido en una cuenta regresiva. Cada día que pasa, es menos libre.

Sus más de 2.600 km de longitud están siendo poco a poco estrangulados por barras para diversos fines, principalmente, hidroeléctricas que se instalan en sus afluentes. Ya son más de 40 construidas y más de 101 proyectadas. Estos emprendimientos cambian el flujo y la calidad del agua y, sobre todo, crean conflictos. Hoy ya son aproximadamente 20 cursos de agua interrumpidos por hidroeléctricas. Si todas las 101 que están planificadas se instalan, más de 45 afluentes del río Paraguay tendrán su flujo alterado, impactando directamente la vida en el Pantanal.

La hidroeléctrica del río Paraguay, que está siendo planificada, también causará grandes impactos, afectando a millones de personas. El estudio de viabilidad técnico-económica y ambiental encargado por el Departamento Nacional de Infraestructura de Transporte (DNIT) indica que la navegabilidad del río Cuiabá (afluente del río Paraguay) ya está comprometida por la hidroeléctrica del Manso, lo que hace inviable su integración al proyecto. Este tipo de debate, el de decidir entre la hidrovía y la generación de energía eléctrica tiende a intensificarse, principalmente cuando hay que decidirse entre las grandes captaciones para irrigación y la necesidad de abastecimiento humano.

Ciertamente el ejemplo de nuestro querido río Paraguay sirve para tantos otros en el país. Si un día hubo un conflicto entre preservación y desarrollo, hoy ya no tenemos más tiempo para ese tipo de debate. Es urgente que empresas, ciudades, productores rurales y toda la sociedad estén involucradas y unidas por una gestión compartida del territorio, donde la cuenca hidrográfica es la unidad de manejo y planificación.

Debemos ver el valor de los servicios ambientales proporcionados por nuestros ríos y agregar ese valor a los análisis de viabilidad económica, técnica y ambiental de grandes proyectos. Y sobre todo, es necesario revertir la lógica actual de realizar acciones de recuperación y conservación solamente después de la degradación. Si queremos que el Día Mundial de los Ríos sea una fecha conmemorativa, y no una cuenta regresiva, debemos actuar ahora. Estamos atrasados.

Júlio César Sampaio, coordinador del Programa Cerrado Pantanal de WWF-Brasil

Cássio Bernardino, analista de conservación del Programa Cerrado Pantanal de WWF-Brasil
Río Paraguay en Cáceres, en el estado brasileño de Mato Grosso
© Juan Pratginestos / WWF
Puesta del sol en el río Paraguay
© WWF-Brasil
A cada día el río Paraguay es menos libre
© WWF-Brasil